viernes, 3 de octubre de 2008

de gatos y ratones II

Es cruel este mundillo, oscuro y voraz, salvaje y excitante y él, mi fauno era un perfecto resumen de este mundo, voraz, salvaje, excitante, y lejano, sobretodo lejano. Durante la noche pude ver como se iba deshaciendo de cada uno de los pobres ratones que se acercaban a sus encantos, rechazándolos con sonrisas despectivas e ignorando a otros mas osados. Mi perfecto campo visual me permitía disfrutar del espectáculo ofrecido por el fauno, por un momento quise sentirme ratón, acudir a su llamado, pero mi timidez fue mas fuerte que mi deseo y me limite a mirar, observar sus movimientos y sus artes, aunque fue realmente delicioso verlo rechazar a los osados que querían obtener sus favores y disfrutar de su elegancia y presencia…
- Hey- oí a mis espaldas – nos vamos a un hotel.
Eran Pepe y Michael anunciando su retirada, aunque sin antes hacerme una
gentil oferta, la de irme con ellos y pasar una espectacular noche de pasión de tres, como tiempo atrás, pero mi fauno estaba aun en acción y la tentación de ver como terminaba la noche me quedé en la discoteca, en mi rincón discreto y oculto. Una vez que me quede solo, me di cuenta que se me había terminado la copa, (grave situación para un ratón reprimido). No tenia mas remedio que acercarme a la barra, cerca del fauno y pedir otra copa de eso que bebía hace diez años (¿alguien puede recordar lo que bebió una noche hace diez años?). Con cautela deje mi rincón, lentamente y sorteando a la gente que llenaba la pista, llegué a la barra, casual o intencionadamente llegue también cerca del fauno y no pude evitar mirarlo directamente a los ojos. Con ratonil timidez baje la mirada y rápidamente termine de pedir mi copa y huí a mi rincón, aunque alguien se me adelanto y me dejó al descubierto, blanco fácil de miradas y manos impertinentes en ese momento. Con la copa en la mano y mientras evitaba el contacto con los demás juerguistas, no me di cuenta que estaba actuando miméticamente y repetía los gestos de mi fauno, su pose de galán sufrido y su mirada lánguida y feroz a la vez.
¡!!Peligro!!!

Rápidamente corregí mi pose de muchacho tímido y observador, pero ya no contaba con mi escondite perfecto, estaba a la vista de todo mundo y sentía que todo mundo me observaba también, mis 18 años, mi ropa, aunque discreta, resaltaba un cuerpo joven y armonioso deseoso de nuevas experiencias, pero incapaz de provocarlas. Comencé a buscar donde parapetarme nuevamente, cada rincón estaba ya ocupado por parejas improvisadas y otros tímidos mirones. Decidí que me escondería tras mi copa, que buscaría alguno de los pocos cigarrillos que había tenido la precaución de llevar y que no miraría a nadie, aunque me moría de ganas de ser observado por uno especialmente…
- Mierda-
No encontraba con que encender el cigarrillo, revisaba una y otra vez mis bolsillos, y no conseguí dar con el pequeño encendedor, cuando de pronto una llama iluminó el espacio y una voz templada y agradable me ofreció el fuego que me hacia falta.
- Necesitas fuego?- preguntó.

¿Que hacer si la voz provenía del fauno misterioso? Mis piernas sufrieron un ligero temblor y mi voz otro similar.
- Gracias- dije.

Estaba delante de mi, sus ojos felinos clavados en los míos, taladrándome, hurgando en cada rincón de mis pensamientos y a la vez poseyéndome sin misericordia. Busque el valor desde mi orgullo y le devolví la mirada, agradeciéndole, aunque no podía evitar sentir el rojo de mis mejillas, que afortunadamente no era notorio por la oscuridad de la sala.
- Menos mal que decidiste bajar de tu rincón- me dijo. – No me atrevía a subir a buscarte-.
- La culpa es de las copas, las hacen muy cortas en este local- respondí.

Esta vez lo miré a los ojos y pude comprobar que de cerca no eran unos ojos fieros, si no mas bien tiernos y bonitos, y que junto con su voz hacían una combinación perfecta.

- Me llamo Rafael, ¿y tu? – pregunto?

¡¡¡Peligro!!!

Inventa algo, me decía a mi mismo, miente como un cochino, pero mi inocencia fue más grande y le di mi nombre…
No pudimos hablar mucho esa noche, la música y los otros ratones estaban demasiado cerca y mi timidez estaba mas a flor de piel, buscando un movimiento rítmico en mis piernas trataba de hacer algo por pasar ese momento en que me sentía atrapado, en manos del felino fauno…
- ¿Estas nervioso?- preguntó.
- Nooooo – respondí en el acto – buscaba a mis amigos, creo que están cerca.
- Se han marchado hace un rato – dijo – creí que lo sabias.

Me dejo de piedra, había estado observando y yo sin darme cuenta, le pregunte cuanto tiempo había estado observando y me dijo que el suficiente como para animarse a hablarme, que estaba pensando en como decirme algo pero que no se animaba por que yo no hablaba con nadie y por que los otros ratones no lo dejaban en paz (eso lo añado yo mismo, él nunca supo lo de los ratones). Pensaba que, dado que ya era tarde, debía hablarme o irse sin conocerme, partía en la mañana a un viaje de prácticas por tres días y quería verme en otra ocasión.
Eso me hizo mirar el reloj y darme cuenta que iban a ser las seis de la mañana ¡¡y yo jamás había estado fuera de casa tan tarde!!
- Me tengo que ir – dije.
- Te acompaño, no salgas solo – dijo mientras me tomaba del brazo y nos dirigíamos a la puerta.
- Sé que es tarde y que nos tenemos que despedir – dijo – Solo quiero saber si nos volveremos a ver, lo dejo a tu elección, mira esta es mi tarjeta, llámame si quieres, yo estaré esperando.
Recibí su tarjeta y aborde el taxi que esta frente a mi, le dije que nos volveríamos a ver y minutos mas tarde ya en mi cama no pude evitar pensar que había sido mi mejor experiencia de ratón de la vida.

Pasaron tres días muy lentos, al cuarto día me anime a llamar, por favor, tomen en cuenta que hace diez años no pensaba ni por casualidad en tener un teléfono móvil, un celular, así que, busqué mi cabina, metí mis escasas monedas y marqué el numero que aparecía ahí, al otro lado me respondió una voz femenina muy agradable:
- Consultorio del doctor Rafael S, ¿en que podemos ayudarle?
- hola, me gustaría hablar con Rafael por favor.
- Quiere usted hacer una cita con el doctor?
- Si, por favor lo antes posible
- Muy bien, para dentro de dos días a las 19 horas, tiene la dirección?
- si, muchas gracias, hasta dentro de dos días.
Vaya conversación mas fría, yo quería hablar con mi doctor!!! debí pensar en que es un hombre ocupado, así que decidí esperar y acudir el jueves, por la noche aunque no tuviese una caries que curar en ese momento, solo quería volver a verle.
El día jueves al salir de clase, me fui al exclusivo edificio donde tenía su consultorio y me senté a esperar mi turno para ser atendido por Rafael. Espere mas o menos poco, cuando de pronto me llaman por mi nombre y se abre una puerta, ahí estaba él, sentado detrás de su escritorio, ojeando unas hojas y con un lindo guardapolvo blanco que le hacia mas interesante aun que la noche anterior.
- Tome asiento – dijo sin levantar la vista.
Yo sentí que había hecho el más completo de los ridículos, ni siquiera se había fijado en mi, ni se acordaba de mi nombre, vaya ratón mas tonto había resultado ser, pero ya estaba allí, sentado, esperando que me hagan una exploración que ni siquiera necesitaba, sentí que los ojos se me comenzaban a llenar de lágrimas de vergüenza y que quería salir de ahí en ese momento.
- Gracias enfermera, puede retirarse, es solo una consulta, no creo necesitar de su ayuda- fue lo que le dijo a la enfermera, y ella se retiró discretamente.
- ¿realmente creías que no me acordaba de ti? – pregunto sarcástico – estas rojo como un tomate, relájate.
- ¿Por qué no me dijiste nada? me sentí muy mal- estaba a punto de irme.
- no te irías por nada del mundo, deseas estar aquí ahora- dijo tan seguro de si mismo.
Otra vez salio el ratón, me sentí acorralado, sentí como comenzaba a jugar conmigo entre sus zarpas, como sus zarpas acariciaban mi espalda, mientras la otra buscaba mi cara para encontrar mis labios y cobrar ese beso que no nos dimos al salir de la discoteca esa noche, que beso, increíble…
Nuestro encuentro tardo lo que tarda un examen medico, lo que paso durante el examen lo dejaremos en una exploración oral en términos médicos y en términos legales diremos que fue un reconocimiento in situ de los cuerpos del delito. Nos despedimos esa noche y no volvimos a vernos, fue más fuerte el ratón que llevo dentro, o fue muy débil el gato que no pudo atraparme.
Pocos meses después salí del país y regreso después de diez años regreso a buscar a un anciano y bello gato, ya no soy un ratón (o si?), como estará? seguirá siendo ese hermoso fauno con ojos de gato?
Me animaré a llamar a la puerta, pediré una consulta con el medico y esta vez no me pondré rojo de timidez, tal vez le pregunte si quiere tomar algo en esa vieja discoteca donde hace diez años nos conocimos….

Delfos
Greece.