lunes, 15 de septiembre de 2008

escóndeme, 1998

Escóndeme

Solo la tarde de septiembre (julio),
presenció la caída del alma,
que dolida en su esencia mortalmente,
emprendió la huida del mundo
para refugiarse en el corazón del ébano
en la fuerza de la inocencia
en la transparencia de la mirada.

Con el devenir del tiempo
El escondite lo convertí en morada
El corazón del ébano fue mi jardín
Mi lecho en la inocencia
Y tu mirada mi alimento.

Con tu voz la brisa refrescó
mi fiebre de vida,
con tu risa la cascada de la alegría
irrigó mi pena.

Eres mi casa, mi alimento,
mi alegría y mi remedio
y solo debes saber que te quiero.

No hay comentarios: