miércoles, 5 de marzo de 2014

Sexo en Lima York (9)

Una noche de copas, una noche loca… Que calor que hacia esa noche, enero había entrado con fuerza y no tenía ganas de estar en casa, sentía un agobio terrible, los mismos programas de televisión, martes, silencio en la calle, llegó un momento en que me sentí como un gato enjaulado sin un ratón para jugar. Mi cabeza era un torbellino de insatisfacción y no encontré a nadie conectado para proponerle dar un paseo o cenar algo por ahí… De un momento a otro decidí salir, yo sabía que si me iba por cierta calle de Lima encontraría algún tipo de diversión, no debía arriesgar mucho, así que deje el teléfono, el reloj, la billetera y metí un par de billetes en el bolsillo. Cuarenta minutos después estaba llegando al centro de Lima, creo que eran ya las ocho de la noche, fui directamente al centro comercial, muchas conversaciones y oídas en los bares me habían puesto en la alerta que en ese sitio podía encontrar algo de diversión anónima y rápida. No sabía cómo ni donde comenzar, así que di un par de vueltas por el centro comercial, mucha gente, muchos chicos, poca ropa y miradas provocadoras, pero nada directo, nada que me de pie a tentar a la suerte, me tomé una botella de agua, y di una vuelta mas, nada, ya creí que no debería haber salido esa noche, era mejor volver a casa y ponerme a trabajar, tenía mucho que escribir esa noche, así que aún mas aburrido, puse rumbo al paradero de autos a mi barrio, pero la botella de agua me advirtió que debía pasar por los servicios antes, busqué el mas cercano y entré al baño del centro comercial. Increíble, de ocho urinarios no había ni uno vacío, y los reservados también estaban ocupados, a esperar para que alguno se desocupe, mientras mi pobre vejiga estaba reventando. Por fin, uno de los urinarios se desocupó y un abuelito con una mirada morbosa pasó a mi lado relamiéndose del gusto, no me llevó mas de un segundo darme cuenta que en ese baño orinar era sólo la justificación de estar siempre lleno. Mi necesidad fisiológica era mas grande que mi resistencia a mostrar mi pajarito frente a los demás, así que con decisión me puse frente a un urinario y descargué toda el agua acumulada. Uf, realmente era mucho orinar, pero no podía parar, debía terminar para estar en paz y poder volver a casa, pero en una fracción de segundo miré a mi lado y lo vi, era un pata realmente atractivo, no debía tener mas de 28 años y medir alrededor del metro setenta y cinco; y una mirada que me atrajo instantáneamente… pero él no me miraba a mi, miraba hacia abajo, miraba el chorro de pis que salía con fuerza, y miraba de dónde salía el chorro de pis, y finalmente, alzó la mirada y sus ojos marrones se clavaron en los míos, quedé embobado mientras una sonrisa pícara se dibujaba en su rostro y me decía: “hola”. - hola – respondí - Me llamo Alex, te daría la mano pero… - Ya veo que esta algo ocupada – dije. - Es temprano y no tengo ganas de ir a casa, ¿damos una vuelta? - Claro – le dije - ¿dónde quieres ir? - Afuera te digo, hay gente esperando. Miré hacia atrás y vi unas cuantas personas esperando para miccionar o para ver si tenían suerte y alguien les quedaba mirando el pajarito (como a mi) y con un poco de apuro, salí de mi urinario y me dirigí a lavarme las manos, cuidando que Alex venia detrás mío (y así fue). Nos lavamos las manos compartiendo el surtidor de jabón y mirándonos fijamente a los ojos, realmente estaba siendo una experiencia excitante y yo iba a perdérmela por volver pronto a casa. Salimos del centro comercial, yo sin rumbo y Alex ejerciendo de guía, le seguí por las calles de Lima central y entramos por una callejuela que mas parecía un pasaje, casi oscuro, con unas miradas de lascivia muy marcadas, llegamos a una viaja casona de paredes verdes y puertas metálicas, llamó al timbre y un zumbido indico que podíamos pasar. Una sala amplia con un decorado cutre, sillas de metal y mimbre, suelos de loza y un penetrante olor de desinfectante barato, en un mostrador nos pidieron los DNI y obviamente yo ya sabía donde estaba, en famoso Paraíso, el cuartel de amor de los adolescentes sin dinero y de los amantes ocasionales como nosotros, Alex pagó los 20 soles que nos pidieron en la recepción y nos dieron una llave, con un llavero verde mas grande que un control remoto, doscientos once decía el llavero, y siguiendo las flechas subimos sin decirnos nada a la habitación señalada. Era una cama enorme, un colchón de plástico, de espuma gastada por el uso y unas sabanas blancas super gastadas por las constantes lavadas, para mi sorpresa, la cama era de cemento, y sobre el cemento, el colchón, imagino que para no gastar en reponer los catres rotos por el uso. Alex me sonrió y en ese momento dejé de pensar en lo feo del lugar y me concentré en su sonrisa, en sus labios, en su pelo recortado, esos ojos marrones que decían tanto. Su cuerpo se pegó al mío y comenzamos a besarnos, a pesar de no ser tan joven, sus besos aún tenían ese gustito a la desesperación del inexperto, sus manos acariciaban mi espalda y mi pecho, mientras yo jugaba con el corto pelo de su nuca, tratando de ser mas controlado y de llevarlo por el camino mas placentero; en pocos minutos nos encontrábamos completamente desnudos y nos dejamos caer en esa cama de cemento, donde piel a piel dimos rienda suelta a nuestra imaginación, piel a piel dejamos que nuestros instintos hablen, mis labios recorrieron cada rincon de su cuerpo y cada momento se me hizo increíble. Sentí como sus manos aprendieron el camino del placer, como hacía que rompa en pedazos para volver a ser uno solo. No sé cuanto tiempo estuvimos así, al principio en una guerra de dominación, para terminar en un tierno abrazo de amantes, y nuevamente comenzar para no dejar ni un rincon de su cuerpo ni el mío sin acariciar… Después de unas horas, y una ducha reparadora, salimos a la calle para regresar cada uno a su hogar, le dije que le llamaría si me daba su número y así lo hizo, con un apretón de manos y mirándonos fijamente a los ojos nos dijimos “hasta otro día” “hablamos”, “te llamaré”. Al llegar a casa, busque mi celular, saqué el palelillo que me había dado y marqué, esperé un par de minutos hasta que la terrible voz de la compañía de teléfonos me dijo: “el número que usted a marcado no existe, por favor, verifique el número y marque otra vez…”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Había llegado temprano, con el instinto depredador y el "entusiasmo" a mil, recorrer el lugar de forma tranquila, sin mostrar interés, como felino aburrido y desinteresado...

Luego de unas vueltas me dije: la ocasión promete, pocos cazadores muchas presas... ubicarse bien, elegir la presa... Y atacar, unas miradas, una sonrisa, son los primeros ataques; lo acorralo y lo encamino al bosque oscuro, una vez ahí, la emboscada... cae, agitado, ansioso; caricias y besos cual zarpazos y mordidas mortales; abrazos como respuesta y se entrega, todo, sumiso, febril... Y a empezar de nuevo.

Me gustan jóvenes, atrevidos y ansiosos por experimentar, y la noche transcurría como lo esperado, como me gusta.
Cazar en lo oscuro tiene su encanto, cazar es un decir, en realidad es dejar q se acerquen, a jugar con el cazador...

Que??...no no gracias prefiero chibolos...pero insiste.
Sus manos atrevidas y seguras conocían el camino...
...sus labios; intensos, cálidos, ricos, no me besaban así hace mucho;
No había que dirigir ni guiar, sabía lo que quería, y lo que yo buscaba y esperaba; en un momento no distinguía si cazaba o era cazado...
Si me dirigía y yo lo dirigía a él; ambos agitados, entregados, intensos, el seguía mi camino y yo el de él...

Chibolo?... No, no gracias. Experiencia!!!

Mart In dijo...

jajajaja recuerdo la primera vez que fui allí, tenia una historia muy densa con esa persona que al final resulto ser muy divertida, siempre la primera vez son especiales, en mi caso fue desastroso, no sabia ponerme el condón XD