martes, 26 de noviembre de 2013

Sexo en Lima York (8)

Un viaje memorable… A la mañana siguiente de la exposición, tuve que sentarme a poner en orden todos los acontecimientos del fin de semana, había conocido mucha gente interesante y es más, había decidido que escribiría sobre el Cosmos, ese bar donde nos encontrábamos con frecuencia con los chicos y que había podido comprobar, era paso casi inminente de la población gay de Lima. “ un lugar simpático, con lindas vistas a la histórica plaza San Martín, donde los comensales pueden beber unas cervezas, unos piscos o unos preparados espectaculares del barman; el Cosmos ofrece y promete ser el punto de encuentro para los mas atrevidos de Lima… Así comenzaba mi crítica de esa semana, me había gustado mucho que Héctor tuviera esos detalles con mi amigo Javi, definitivamente era un buen muchacho y, lo mejor, estaba bastante guapo. Aún así, para mi columna necesitaba mas información, así que decidí llamar al Cosmos, para pedir una entrevista formal con el dueño del local, esta vez no le di mi nombre, si no el nombre de la revista electrónica donde publico mis artículos, y claro, surtió el efecto que esperaba, inmediatamente me pasaron con Héctor, quien no me reconoció y me dijo que si yo quería, podía acercarme en cualquier momento al bar; así lo hice y le prometí que pasaría esa tarde, aprovechando que era lunes, para poder charlar con paciencia. Esta vez fue mas fácil llegar al centro de Lima, la tarde es mas tranquila en las carreteras, así que no me costo mucho encontrar un auto que me lleve (odio conducir en Lima) y ahí estaba, eran las cinco y media de la tarde y entraba al Cosmos, claro está Héctor no sabía que yo era quien le haría la entrevista, así que me acerqué a saludarlo - Hola – dije - ¿Cómo va todo? - Hola – respondió – bien, ¿tú cómo estás? - Oye, ¿tienes un momento para charlar? – le dije. - ¡Pucha!, justo ahora estoy esperando al columnista de esa página de Internet que vendrá a hacerme una entrevista – me dijo. - ¡Claro! Precisamente por eso te pido unos minutos, yo soy quien debe entrevistarte. - ¡No lo puedo creer! Tú vienes acá a cada rato, sabes todo lo que hay que saber de este sitio – dijo. - Pero me gustaría saber mas cosas, cosas de ti, por ejemplo – dije – nunca supe que eras el dueño por ejemplo, hasta hace poco. - ¿Y cómo te enteraste? – dijo sorprendido. No pude evitar sonreír por la cara de extrañado que se le puso, creo que Héctor es uno de los muchachos mas tímidos que he conocido, y decidí que variaría la intención de mi entrevista, creí que sería mas interesante para los lectores saber que existen aún chicos trabajadores, tímidos y guapos en una ciudad tan caótica como Lima. - Cuéntame – le dije – ¿hace cuanto comenzaste con el Cosmos? - Bueno – su mirada se fijó en el vacío – todo comenzó en el 98, cuando aun era un chibolo con poca plata y muchos sueños, por las mañanas estudiaba administración de empresas y por las tardes iba a hacer cualquier cosa que me deje un par de soles, y claro, por las noches tenía que vivir como uno de mi edad, salir a tomar una copa, a dar un paseo, a cenar…. Hasta que una de esas noches, conocí a un mulato bellísimo, de esos que te hacen suspirar con cada mirada, pronto nos hicimos pareja y éramos felices, hasta que bueno, mi ambición me llevó a emigrar y en menos de un año ya estaba haciendo las maletas rumbo a Estados Unidos, y antes de irme decidimos que cuando regrese o él se vaya conmigo, trabajaríamos juntos en un local donde podamos pasarlo bien con nuestros amigos. - Linda historia Héctor, cuéntame, ¿qué fue de este muchacho? ¿sigue en este local? - No, hace tiempo que nos dejamos de ver, tardé demasiado fuera del Perú y se canso de esperarme, pero es un lindo recuerdo, y gracias a él, seguí con el plan de abrir este local, así que cuando regrese de Estados Unidos, use todos mis ahorros para alquilar esta esquina, en esa época, el centro de Lima era bastante feo y nadie quería hacer anda, así que yo aposté por Lima y salió como lo ves ahora, con sus problemas y sus alegrías. - ¿Y nunca se volvieron a ver? - Bueno, al año de irme logré volver e hicimos un viaje, un lindo y corto viaje al norte del Perú, en realidad yo me adelante un día y él viajaría esa noche, a Trujillo, ay no sabes lo mal que me lo hizo pasar esa noche - ¿Y eso por que? - ¡Ja! – te contaré todo si me aceptas una cerveza, o lo que tu quieras beber. - Bueno, beberé un gin tonic, por favor Mientras un guapo camarero nos ponía las bebidas, pasamos a una mesa cercana a la esquina de la plaza, y mientras veíamos pasar a los turistas, Héctor comenzó a contarme: “Esa noche llegué a Trujillo a eso de las diez de la noche, nunca había ido a ese sitio, habíamos hecho las reservas en el hotel Presidencial de Trujillo, así que después de bajar del autobús, cogí un taxi que me dejó en la puerta del hotel, fue fácil, di mi nombre y ya tenia una habitación preparada, no olvide recordarle a los chicos de la recepción que a eso de las 2 de la mañana llegaría mi compañero en el siguiente bus. No tengo que decirte que las miradas de picardía acudieron automáticamente a los ojos de los recepcionistas del hotel, que parecían ya estar acostumbrados a este tipo de instrucciones. Realmente estaba agotado por el viaje así que pase al restaurante del hotel y comí un sándwich y una gaseosa, tras lo que me fui a descansar y antes de eso, preparar una recepción digna de mi chico. Lamentablemente, el viaje fue demasiado cansado, así que en la espera me quedé dormido, y cuando desperté, eran las 3 de la mañana y no había noticias de mi chico, Bajé rápidamente a la recepción del hotel para saber si había noticias de mi compañero y los chicos del hotel me dijeron que no sabían nada, no tengo que decirte que ese año, aun no teníamos la tecnología de hoy y los celulares no existían, así que no tenia forma de comunicarme con él. Decidí que saldría a la estación de autobuses para preguntar por su autobús, pero los chicos de la recepción me dijeron que ni se me ocurra salir, que andar por ahí de noche en esa ciudad no era una buena idea, llamaron a la agencia (muy agradables los muchachos) y les di el dato del horario del bus, en la agencia dijeron que el bus había salido y llegado a su hora a Trujillo, esa noticia como comprenderás me angustió muchísimo mas, estaba totalmente desesperado, no sabia que hacer, en ese momento creí que lo mas acertado sería llamar a su casa para preguntarle a su madre por él, pero, de nuevo los chicos del hotel, me dijeron que eso solo alteraría mas a su madre, y tenían razón, ya eran casi las cuatro de la mañana, así que lo mejor era esperar a la mañana para ver que había pasado. Comprenderás que yo estaba desesperado, no sabia que hacer, decidí regresar a la habitación a esperar la llegada de la mañana, pero no lograba relajarme, iban ya a dar las cinco de la mañana y sentado en la cama la preocupación me hizo dar una cabeceada, fue en ese momento en que unos pasos apurados fuera de la habitación me despertaron y unos golpes firmes y seguidos en la puerta me hicieron ponerme de pie, fui a abrir la puerta y era el morenito de la recepción, con una sonrisota diciéndome que me buscan en la recepción, así que sin pensarlo dos veces baje a la entrada y ahí estaba él, con su chaqueta negra, su pelo desordenado y su mochila en el suelo, con osos ojos que me decían que no me preocupe, que ya había llegado. Me lancé a sus brazos, en ese momento olvidé que los chicos de la recepción estaban ahí y le planté un besazo enorme, en ese momento, me di cuenta de lo que estaba haciendo y él también, pero no fue importante, simplemente me correspondió el beso y me abrazo con fuerza para hacerme sentir que ya había llegado y que todo estaba bien. Esos abrazos siempre me daban fortaleza, él sabía como abrazarme para hacerme sentir protegido y seguro, pero otra parte de mi me hizo pensar que estábamos dando un espectáculo delante de los chicos de la recepción, así que con la emoción del momento y algo avergonzado lo fui guiando a la habitación, donde ya no tuve necesidad de contenerme y demostrarle lo mucho que lo quería y lo preocupado que estaba. Me contó que un problema de último minuto en su trabajo hizo que pierda el bus y que tuvo que usar un auto que hacia el servicio de Lima Trujillo y que espero mas de dos horas a que se llene y llegar a esa hora a Trujillo. ¡Ay! Que hermosa noche, a pesar de la preocupación y de la rabia, fue la mejor noche, o mejor dicho, el mejor amanecer que pasamos juntos, piel con piel, risas y suspiros de alivio y mucho, mucho amor.” La historia de Héctor me hizo pensar en que había tenido una experiencia tan intensa como la mía con Virginio del Campo, y sentí una intensa simpatía por ese muchacho, con esa mirada de ambición que también supe reconocer en el Virginio de una época similar. También me contó lo que hicieron en esos tres días en Trujillo, los paseos y las fotos, las escapadas a los bares y discotecas y también partes de las noches apasionadas que pasaron en el hotel, bajo la mirada cómplice y divertida de los chicos de la recepción. - vaya – le dije – que historia mas tierna. - No sabes cuanto me dolió perderlo, fue culpa mía pero un día de pronto tuve noticias de él, había vuelto a la ciudad y sólo nos dio tiempo a explicarnos las cosas y terminar siendo buenos amigos, ahora nos escribimos de vez en cuando y siempre prometemos visitarnos, pero ya con el bar y con todo esto, nunca me doy tiempo de ir a Tampa a visitarlo. Nunca escribí de esta historia en mi columna, pero desde ese día pienso en Héctor como un muchacho diferente, con mucho futuro por delante, esa misma tarde me pidió una forma de contactar con mi amigo Javier, y algo se me esta ocurriendo para poder unirlos, eso es cosa de otra historia.

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